Los años de transición entre Renacimiento y Barroco estarán marcados por una serie de acontecimientos que auguran grandes cambios:
a. El Concilio de Trento abre una etapa de profundos cambios. Europa se ha dividido: de un lado, los Estados católicos; de otro, los que apoyan el triunfo de las tesis reformistas. La cuestión religiosa va a marcar ideológicamente el mundo occidental.
b. Los avances de la ciencia también contribuyen a ese cambio ideológico. Descubrir que la Tierra no es el centro del universo, sino que gira alrededor del Sol, significa al mismo tiempo un desplazamiento del ser humano, que deja de ser el eje del cosmos.
c. Los descubrimientos geográficos (fundamentalmente el de las tierras americanas) cambian el sentido del espacio y el tiempo, y el contacto con otros pueblos sirve para descubrir culturas diferentes, de modo que se quiebra esa idea compacta que el hombre europeo tiene de sí mismo y de su propia civilización.
d. Desde el punto de vista político, la hegemonía de España va declinando para dar paso a una fase de decadencia: el agotamiento económico por las guerras, el fortalecimiento de la nobleza y la pobreza de la población determinan irreversiblemente una crisis nacional.
e. Además, el Renacimiento no tuvo en España la fuerza renovadora que tuvo en Italia, pues la cultura medieval, el peso de la tradición religiosa y los restos del feudalismo fueron más duraderos.
f. Los ideales dejan paso a la dura realidad, y Cervantes trata de armonizar los unos con la otra sin renunciar a ninguno de ellos.
g. Todo ello trae como consecuencia que se cuestionen todas las certezas que se habían tenido hasta ese momento, lo que generó la pérdida de confianza en las propias posibilidades del ser humano y una alteración de los valores: en definitiva, se abre una etapa de crisis que va trazando el camino hacia una nueva sensibilidad.
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